Todo quedo bajo el barro

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Así lo recuerda Wilton Carvajal Lugo, habitante del barrio Panamá de Campoalegre, que perdió absolutamente todo. Su historia la conoció PASTORAL SOCIAL NEIVA, luego de su visita para entregar las ayudas humanitarias a los damnificados de la zona.Así lo recuerda Wilton Carvajal Lugo, habitante del barrio Panamá de Campoalegre, que perdió absolutamente todo. Su historia la conoció PASTORAL SOCIAL NEIVA, luego de su visita para entregar las ayudas humanitarias a los damnificados de la zona.

Oficina de comunicaciones
Pastoral Social Neiva


Con el apoyo de la Asociación Semillas de María, la Escuela de Formación y Creación Artística ‘Zansue’ y la Asociación de Mujeres Cabeza de Familia, Gestoras de Paz y Desarrollo, ‘AsomuPaz’, el Secretariado de Pastoral Social de la Diócesis de Neiva acompañó la jornada humanitaria en los municipios de Campoalegre y Algeciras. Luego del suceso, una grave crisis humanitaria de dimensiones históricas aún se vive en los dos municipios.

La ayuda, que se dio con el apoyo del Programa de Emergencias del Secretariado Nacional de Pastoral Social – Cáritas Colombia, consistió en la entrega de 360 mercados (300 en Campoalegre y 60 en Algeciras) y elementos de aseo para el mismo número de familias que resultaron afectadas por la avalancha del pasado 22 de febrero. La jornada también sirvió para “fortalecer las diferentes capacidades de las organizaciones acompañadas por el Programa y su sensibilidad con lo ocurrido”, resumió el Pbro. Hulfencio Prieto, director de Pastoral Social Neiva.

“El río nos sorprendió por la espalda”Casas arrasadas, manzanas en barrios que se creían seguros en otros años, fueron literalmente borrados del mapa urbanístico en Campoalegre. Lugares que antes eran escenarios de vecindad, inundados por el viscoso lodo de un río que se creía tierno. Hoy, este reclamó su territorio, por años invadido por el cemento.

Así lo piensa José Elivin Silva Bustos, quien hace 14 años “le cogió el tiro a la pesca”, resalta. Hoy, con 39 años de edad, el río Frío le arrebató hasta las paredes de la vivienda en la que por seis años pagaba arriendo. “Esa noche hubo una borrasca muy grande, en la que los palos se movían de lado a lado. Yo le pedí a Dios esa noche que no pasara nada. Yo le decía ‘Señor, deme la oportunidad de vivir al otro día. Esa noche llovió duro, pero amaneció bonito el día”, relató José Elivin.

Pese a que el sol brillaba como nunca, el río tenía en mente otra cosa. Los sonidos de la parte alta del Frío anunciaban lo nunca antes visto. “Los niños esa mañana se alistaron para irse para el colegio y comenzó el río a echar, a crecer poco a poco. Yo fui a mirarlo y estaba casi normal. Como a la media hora, yo me entré para acá cuando la gente gritaba, pues se vino la primera avalancha. Eso eran palos tras de palos. Eso salió la gente salió a ver el agua del río, parecía una colada de barro”, describió.

Y el río Frío los sorprendió. Cuenta José Elivin que las aguas de la frenética afluente empezaron a socavar los cimientos de la parte de atrás de su vivienda. “Nosotros no esperábamos una cosa tan enorme y extraña que era una avalancha por la espalda. Todos esperábamos que, si se presentaba un desbordamiento del río, fuera de allá hacia acá. Dios metió en mi cabeza decirles a los niños que se alistaran rápido y se fueran para donde la abuela. Nosotros que nos vamos y el lodo que nos tumba la casa”, puntualizó el pescador damnificado.

Hace cinco años que se había hecho a su casa, fruto del trabajo como funcionario del Hospital Del Rosario de Campoalegre. Hoy la lluvia le mandó abajo el fruto de su trabajo. “Eran como las 7:20 de la mañana y estábamos acá mirando hacia allá al frente del río pasando la avalancha. Pero no nos imaginábamos que se iba a venir por detrás de la casa de nosotros y se lo llevó todo. Esa mañana estaba con el uniforme puesto para irme a trabajar y mis hijos, lo que tenían puesto. Salimos corriendo con lo que teníamos puesto. Se perdió la casa y todos los enceres. Todo quedó bajo el barro”, dijo.

Comentó que a futuro lo que le queda es levantarse nuevamente. Construir de cero su casa y otra vez hacerse a sus cosas. Agradeció a Dios el haber salvado su vida, lo que le permite continuar construyendo los sueños que aún mantiene. “Por fortuna, me ha colaborado mucho mi jefe, otros amigos del hospital y familiares. Desde que haya salud, hay esperanza”, puntualizó el hombre.

La avalancha dejó, sólo en Campoalegre, cerca de 3.170 personas damnificadas, al menos 62 viviendas destruidas y otras 730 averiadas por la avalancha del río Frío. En Algeciras, la quebrada La Mosca tiene en vilo la integridad de por lo menos cuatro barrios ubicados a la margen izquierda de ésta afluente. El río Neiva de esta misma municipalidad literalmente se llevó ocho puentes vehiculares y cinco peatonales, por lo que la zona rural aún sigue parcialmente aislada de su casco urbano.

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